Sistema Articular



Sistema Articular

ARTICULACIONES

Concepto. — Es un hecho bien conocido que en una máquina cualquiera el movimiento de las piezas es posible por la forma especial que presentan y por la posición característica que ocupan en el conjunto; mientras una parte se mueve para producir ‘trabajo’, la otra sirve, sencillamente, como armazón o para proteger a las partes más delicadas. En igual sentido, el esqueleto es la armazón que sirve para modelar la forma fundamental de nuestro cuerpo, el motor humano, y para prestar inserción y proteger a los órganos blandos. Los huesos que le integran no se relacionan entre sí todos de la misma manera, mientras algunos se unen íntimamente para determinar cavidades que sirven de receptáculo a importantes órganos, los otros se vinculan entre sí de tal manera que permiten a las distintas regiones del cuerpo movimientos más o menos amplios. El conjunto de partes duras y blandas que interviene para vincular dos o más huesos vecinos denominase articulación o juntura. Las articulaciones tienen para nosotros especial interés, pues de sus características dependen los movimientos de que son capaces las palancas óseas.

El capítulo de la Anatomía que trata de las articulaciones se denomina ARTROLOGÍA.




CLASIFICACIÓN, DESCRIPCIÓN Y MOVIMIENTOS ARTICULARES


El grado de unión de los huesos y la amplitud de movimientos de que gozan permiten distinguir 3 tipos fundamentales de articulaciones, a saber:

· movibles o diartrosis

· semimovibles o anfiartrosis

· inmóviles o sinartrosis.

Todas ellas presentan a considerar:

1º las superficies óseas o articulares, que representan el esqueleto de la articulación;

2º las formaciones interóseas, blandas, intercaladas entre las superficies articulares;

3º las formaciones periféricas, también blandas, que rodean y envuelven a las anteriores

DIARTROSIS


Las superficies articulares pueden ser planas, cóncavas, convexas y con apariencia de poleas; pero siempre que en uno e los huesos existe una superficie articular cóncava en el opuesto la superficie de relación es convexa, y esto, como en las máquinas, tiene especial significación en la determinación de los movimientos de una pieza sobre la otra.


Las superficies articulares están revestidas de una lámina de cartílago llamado de incrustación o articular, el cual se caracteriza por su solidez y notable flexibilidad, estando destinado a suavizar los roces y presiones; su superficie libre es blanquizca y pulida; su extensión y grosor está en relación con el deslizamiento y la presión que debe soportar, siendo, por término medio, de 1 a 2 mm. Los cartílagos articulares están constituido por tejido cartilaginoso hialino.

Contribuyendo a mantener en posición a las partes duras, sujetándolas e impidiendo que se separen, se encuentran unas formaciones fibrosas que van de uno a otro hueso, denominadas ligamentos. De acuerdo a su posición, éstos son: periféricos, interóseos y a distancia. Los periféricos se hallan inmediatamente por fuera del borde de las superficies articulares, constituyendo el manguito fibroso o cápsula articular (por ejemplo, en la articulación del hombro). Los interóseos se disponen entre ambos huesos, tendidos de una a otra superficie articular (articulaciones del carpo y del tarso), y los ligamentos a distancia unen regiones óseas más o menos alejadas entre sí (por ejemplo, el ligamento tendido entre la clavícula y la apófisis coracoides).





A veces, las cavidades articulares se hallan ampliadas por formaciones fibrocartilaginosas que se aplican total o parcialmente a su contorno: son los rodetes o fibrocartílagos marginales. Las formaciones hasta aquí descriptas dejan, todavía una cavidad articular entre las superficies óseas; dicha cavidad se encuentra revestida interiormente por una fina membrana, la sinovial, que segrega una especie de lubricante denominado sinovia, líquido untuoso, amarillento y salado, que favorece el deslizamiento de las superficies articulares.

Estas son las partes características más constantes de las diartrosis. Buenos ejemplos de este tipo de articulación los tenemos en la de los huesos del hombro, los de la cadera, del codo, de la rodilla, de la cabeza con la columna vertebral, de los dedos, etc.

En las diartrosis pueden producirse cuatro clases de movimientos: deslizamiento, rotación, oposición y circunducción.

El deslizamiento, que es común a todas las formas de diartrosis, “consiste en la dislocación de las superficies articulares una sobre otra, sin abandonarse”.

En la rotación el hueso gira en el sentido de su longitud (húmero).

La oposición consiste en mover el hueso “alternativamente en dos sentidos opuestos: hacía adelante y hacia atrás, o hacia adentro y hacia afuera”; en el primer caso tenemos los movimientos de flexión y extensión, y en el segundo los de aducción y abducción: en la flexión el hueso se mueve hacia adelante y en la extensión hacia atrás; en la aducción el hueso se acerca al cuerpo y en la abducción se aleja de él.


La circunducción resulta de la combinación alternada de los cuatro movimientos de oposición, y al realizarlos el hueso describe un cono virtual cuyo vértice coincide con la articulación. Por ejemplo, es el caso del húmero o hueso del brazo, pues con él puede realizarse sucesivamente los movimientos de abducción, extensión, aducción y flexión (movimiento de arrojar el lazo).



ESTUDIO DE UNA DIARTROSIS TÍPICA

LA ARTICULACIÓN DEL HOMBRO
(Articulación escápulo-humeral o del húmero con el omóplato)

Las superficies articulares están representadas por la cabeza del húmero y la cavidad glenoidea del omóplato.
Recordemos que la cabeza del húmero tiene la forma de un tercio de esfera de 2 a 3 cm. de radio; su superficie articular es pulida y está separada del cuerpo por un estrechamiento, que es el cuello anatómico, por fuera del cual existen dos eminencias: el troquín y el troquiter; entre ambas desciende la corredera bicipital.

La cabeza del húmero está revestida por una película de 1 a 3 mm de cartílago hialino.


La cavidad glenoidea del omóplato es una excavación poco pronunciada, de contorno oval, que se halla labrada en el ángulo anterior de este hueso. Se halla revestida por un cartílago que, aumenta la profundidad de la excavación articular, haciéndola suficiente para recibir una gran parte de la cabeza del húmero, a la que se amolda perfectamente.

Ampliando aún más la cavidad glenoidea, encontramos en su periferia un cordón fibrocartilaginoso denominado rodete glenoideo.

Los medios de unión de la articulación del hombro son: el ligamento capsular, el ligamento córacohumeral y los ligamentos glenohumerales.


El ligamento capsular (cápsula articular o manguito) es una formación fibrosa que rodea a la articulación y que, por una parte, se implanta alrededor de la cavidad glenoidea del omóplato, y por la otra, en el extremo superior del húmero. El ligamento capsular se halla reforzado por su fusión con los tendones de los músculos subescapular, supraespinoso, infraespinoso y redondo menor en los puntos en que se pone en contacto con ellos.

El ligamento coracohumeral une la apófisis coracoides del omóplato con el troquiter humeral.

Los ligamentos glenohumerales son tres: uno superior, uno medio y otro inferior.

El superior se extiende aproximadamente desde el rodete glenoideo “al cuello anatómico del húmero, entre la cabeza y el troquín”. El medio se extiende desde la misma zona del rodete glenoideo al troquín. El inferior, que es el más largo y poderoso de los tres, está tendido entre el rodete glenoideo y la porción anteroinferior del cuello quirúrgico.

El espacio comprendido entre las partes que se articulan está tapizado por la sinovial.
La articulación del hombro es la que presenta mayor variedad de movimientos: abducción, aducción, rotación y circunducción



ANFIARTROSIS

Por la limitación de sus movimientos, estas articulaciones ocupan un lugar intermedio entre las diartrosis y las sinartrosis.

Las anfiartrosis se diferencian de las diartrosis por carecer de cavidad articular y de sinovial; pero, como ellas, poseen: superficies articulares (que son planas o casi planas), cartílago articular y ligamentos periféricos (que son menos desarrollados); como ligamento interóseo se considera un disco de naturaleza fibrosa o fibrocartilaginosa interpuesto entre ambas superficies articulares (por ejemplo, los discos intervertebrales). Ejemplos de anfiartrosis son, además de las articulaciones entre cada dos vértebras vecinas, la de la sínfisis del pubis y la del sacro con el coxal.

ESTUDIO DE UNA ANFIARTROSIS TÍPICA
(Articulación de los cuerpos vertebrales entre sí




Las articulaciones de los cuerpos vertebrales entre sí constituyen un excelente ejemplo de anfiartrosis.
Las superficies articulares están representadas por la cara inferior y superior de los cuerpos de dos vértebras vecinas. Dichas caras, en el hueso, son ligeramente excavadas, pero tienden a hacerse más o menos planas gracias a una capita de tejido cartilaginoso que las reviste en su parte central.

Constituyen los medios de unión de estas articulaciones: ligamentos interóseos y ligamentos periféricos.
Los ligamentos interóseos, que en este caso particular también se llaman meniscos o discos intervertebrales, son especies de discos biconvexos intercalados entre las superficies articulares de dos vértebras vecinas, a las que ajustan y adhieren.

Los ligamentos periféricos están representados por el ligamento vertebral común anterior y el ligamento común posterior. Estos ligamentos tienen la apariencia de cintas fibrosas tendidas desde la base del cráneo hasta el sacro. El ligamento anterior se aplica a la cara anterior de los cuerpos vertebrales y el posterior a la cara posterior de los mismos cuerpos vertebrales (en relación con el conducto raquídeo).
Así, pues, mientras entre cada par de caras vertebrales vecinas se intercala un ligamento interóseo (disco intervertebral), los ligamentos periféricos (anterior y posterior) son comunes a todas las vértebras.
Las articulaciones intervertebrales, consideradas individualmente, son capaces de movimientos muy- limitados, pero, al sumarse el de todas ellas, permiten a la columna vertebral, en su conjunto, rotar con cierta amplitud a derecha e izquierda.


SINARTROSIS

Son las articulaciones que no gozan de movimientos, pues los huesos que en ellas intervienen se unen íntimamente por sus bordes o por sus superficies más o menos extensas. Entre los huesos que se unen encuéntranse, según los casos, elementos fibrosos o elementos cartilaginosos. Estas articulaciones son características de los huesos del cráneo y de la cara (descontando el maxilar inferior).
Después de la edad adulta, los huesos que integran las sinartrosis tienden a soldarse entre sí.
Atendiendo a la apariencia de las partes óseas que se relacionan entre sí, las sinartrosis se distinguen en:


· suturas dentadas

· suturas escamosas

· suturas armónicas

· esquindilesis


En las suturas dentadas los huesos se unen por medio de bordes irregulares, cuyos dentículos encajan inversamente entre sí. Son ejemplos típicos de esta variedad, la articulación del frontal con los parietales (sutura coronal o frontoparietal), de los dos parietales entre sí (sutura sagital o interparietal) y la del occipital con los parietales (sutura lámbdica u occípitoparietal).
En las suturas escamosas las partes óseas en contacto se hallan inversamente cortadas en bisel. Ejemplo: la articulación del parietal con el temporal.
En las suturas armónicas los huesos se relacionan por bordes más o menos rectilíneos. Así, por ejemplo, la articulación entre los dos huesos nasales.

En la esquindilesis uno de los huesos presenta una especie de cresta que encaja en una ranura del otro hueso. Ejemplo: el vómer con el esfenoides.





FUNCIONES DE LOS DISTINTOS ELEMENTOS ARTICULARES

Ya se han mencionado las distintas partes de una articulación tipo, todas ellas en conjunto configuran una delicadísima pieza mecánica puesta al servicio del movimiento.

Para que éste se realice sin inconvenientes es necesario:

· Que las superficies puestas en contacto sean complementarias.

· Que dichas superficies sean perfectamente pulidas.

· Que no pueda haber desplazamientos “falsos”, es decir fuera de los previstos, según el tipo y la forma de la articulación.

· Que ambas superficies se hallen permanentemente lubricadas para evitar .de esa manera se desgaste.

· Que se hallen éstas superficies perfectamente aisladas de los elementos vecinos, para así impedir la interposición de ellos en medio de la cavidad articular.

· Todas estas premisas se cumplen invariablemente, y para ello,
cada elemento articular realiza una función específica y complementaria de la función de los demás elementos.

1. Cartílago articular. — Sus funciones son:

  • Adaptar ambas superficies articulares.
  • Ofrecer la mayor lisura posible a dichas superficies.


2. Cápsula articular. — Aísla la cavidad articular y opone resistencia junto con los tendones y ligamentos articulares, a los desplazamientos en “falso” de las superficies articulares.
Desde este último punto de vista diremos que el mejor sostén que posee una articulación, son los músculos que producen su movimiento.

3. Sinovial. — Son sus células las productoras de un líquido, amarillento, untuoso al tacto y filamentoso, que se denomina líquido sinovial y cuya función es la de lubricar las superficies articulares.

4. Meniscos articulares. — Son elementos cartilaginosos que se sitúan -en el interior de la cavidad articular, en la cual pueden sufrir desplazamientos limitados y que sirven para aumentar la elasticidad de algunos movimientos.

Enfermedades de la articulación



La artritis debe distinguirse de la artrosis. Ésta consiste en el desgaste (técnicamente degeneración) de una articulación. En la artritis los fenómenos inflamatorios en la articulación son primarios (desencadenados por la enfermedad de base), y acaban produciendo una lesión o daño en las estructuras articulares. En la artrosis se produce primero una degeneración, desgaste o envejecimiento de las estructuras articulares, y sólo más tarde se producen fenómenos inflamatorios leves que intentan reparar las lesiones.

Artritis reumatoide: es la artritis más frecuente, grave, dolorosa y potencialmente incapacitante. Se trata de una poliartritis (afecta habitualmente a múltiples articulaciones) crónica que evoluciona con brotes y remisiones. Afecta a todas las razas. Su presencia en la población varía entre un 1% y un 3%, siendo tres veces más frecuente en las mujeres. Además de las articulaciones puede afectar a otros tejidos conectivos del organismo. Su síntoma principal es el dolor e inflamación articular, pero puede ocasionar también fiebre, debilidad y otras alteraciones constitucionales. Se considera una enfermedad autoinmune: el organismo desarrolla una respuesta inmune contra sus propios tejidos articulares. No se conocen las causas de esta enfermedad, aunque se sospecha que existe una predisposición hereditaria que puede estar provocada por posibles infecciones virales. No se ha descubierto un tratamiento curativo. La enfermedad se controla mediante fármacos antiinflamatorios y antirreumatoides, programas de fisioterapia y rehabilitación, termoterapia y dispositivos ortopédicos para mantener la movilidad y función articular. La aspirina y otros antiinflamatorios son los fármacos más utilizados.

Las artritis más frecuentes después de la reumatoide son las causadas por la gota, la fiebre reumática y la espondilitis anquilosante (ésta afecta de forma primaria a la columna vertebral).

Gota : Enfermedad compleja de origen incierto causada por una alteración del metabolismo del ácido úrico producido en el organismo por la ruptura de proteínas, y como resultado de una elevación de los niveles de ácido úrico en la sangre. Una dieta rica en licores de malta, vinos, y proteínas puede desencadenar ataques aislados pero no originar la enfermedad. Su incidencia no se ve particularmente afectada por el clima o las estaciones; cerca del 95% de los pacientes son hombres. La enfermedad es rara en sujetos con edad inferior a los 30 años; en un 10 a 20% de los casos existen antecedentes familiares de la enfermedad.

Los ataques agudos se caracterizan por un dolor articular intenso, que se localiza con frecuencia en el dedo gordo del pie, aunque a veces puede situarse en el tobillo, la rodilla, la cadera, el hombro, la muñeca, o el codo. El ataque suele comenzar de forma brusca; la articulación se hincha, enrojece, e inflama, y es muy sensible. Sin tratamiento los ataques duran entre unos días a varias semanas.

La repetición de los ataques puede conducir a un estado que se conoce como gota tofácea crónica. En esta fase los cristales de ácido úrico se acumulan en los tejidos blandos en forma de material calcáreo blanquecino, en y alrededor de las articulaciones, donde pueden provocar una bursitis (inflamación de la bursa, un saco de tejido fibroso lleno de líquido que está recubierta por membrana sinovial) y la destrucción ósea. Después de muchos años, un rasgo característico de la enfermedad es la formación de depósitos grandes y deformantes en los márgenes externos de las orejas. La gota crónica puede producir también lesión renal por la formación de cálculos de ácido úrico, lo que da lugar a la neuropatía úrica, o gotosa.

El tratamiento de los dos tipos de gota requiere el reposo completo del miembro afectado y una dieta simple baja en proteínas, además de una ingesta elevada de agua con el fin de reducir el contenido de ácido úrico del organismo.

Lupus eritematoso: enfermedad crónica conocida desde hace tiempo por la erupción cutánea que produce, y que, como se sabe en la actualidad, puede lesionar también otros órganos internos. Es nueve veces más frecuente en las mujeres. La enfermedad se produce como consecuencia de una alteración en el funcionamiento del sistema inmunológico. En los pacientes con lupus, la sangre contiene anticuerpos dirigidos contra los tejidos del propio organismo. Las lesiones provocadas por estos anticuerpos son responsables de la característica erupción en alas de mariposa de la cara, de la artritis, de las lesiones cardiacas, y de las alteraciones en la función renal y pulmonar. En el curso clínico del lupus se producen brotes (reagudizaciones) y remisiones, siendo una enfermedad incapacitante en muchos casos. La base del tratamiento es el reposo y la medicación: fármacos antiinflamatorios no esteroideos, antipalúdicos, o corticoides.